Muchos son los que dicen que agosto es el mejor mes para estar en Madrid. Yo siempre he pensado que lo dicen quienes no disfrutan realmente del ir y venir de la ciudad o quienes necesitan consuelo.
El mes de agosto en Madrid es como una peli del Oeste. El asfalto desprende calor, las aceras están polvorientas y cruzar una calle sin sombra puede ser casi un suicidio. La nariz sangra por la sequedad del ambiente y no se halla refugio ni dentro ni fuera de casa.
Sin embargo, los que sufrimos el Madrid de agosto siempre nos quedan al menos 5 motivos para consolarnos:
1. La piscina pública. Cuesta 5 euros la entrada y en ella se comprueba que Madrid no esta vacío en agosto. Con un poco de suerte hasta puedes escuchar a un grupo de amigas cantando en el agua por sevillanas (esto será lo más cercano a los veranos de la Villa porque si te quedas este mes en Madrid no es para gastarte el precio de la entrada). Por cierto, si tu presupuesto es cero, siempre te podrás refrescar en los chorritos de Madrid Río junto a cientos de niños (por cierto, el Ayuntamiento lo llama «playa urbana», pero los que sabemos lo que es…).

2. La Casa de Campo. Todo el mundo va a El Retiro a pasear y a la Casa de Campo a hacer bici, correr o comer churrasco. Pero un simple paseo por la Casa de Campo mientras observas los miles de periquitos que hay en los árboles, puede ser la experiencia más cercana al Caribe que tengas este verano en Madrid.

3. El cine de verano. En La Bombilla hay peli todas las noches y allí entre bocatas cervezas traídas de casa y gazpacho vuelves a darte cuenta de que hay gente por un tubo que igual que tu se tiene q consolar con Madrid en agosto. Para los que no quieren gastar, en el Campo de la Cebada hay cine a la fresca gratis, aunque, hay que estar al loro porque lo ponen «cuando se puede».
4. La terraza del barrio. Tomar una cerveza en la terraza del barrio, aunque esté entre dos carriles de la carretera siempre ha sido uno de los placeres veraniegos de Madrid. Para los que prefieran no gastar, con salir y sentarse en el banco más cercano, vale, porque lo de tomar cerveza en el parque traída de casa, hay que recordar que está prohibido.
5. Las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. Para los que añoren el pueblo, cada mes de agosto Madrid nos regala un viaje al pueblo manchego que sigue siendo en espíritu. En Lavapiés los castizos, los chinos y los hipsters se unen bajo la música y el humo del carbón del churrasco, el chorizo, la morcilla y la panceta. El verdadero y casi único ejemplo de street food: mesas corridas y fiesta de grasa para todos con mucho pan y sangría.

5 y medio. El último medio consuelo que siempre queda es el de la lectura. Medio pongo porque muchas librerías están cerradas y otras están desiertas (y no precisamente por ser agosto). La literatura negra gastronómica de El chef ha muerto, western erótico de No hay trabajo bueno y los cuentos que disparan al centro del cerebro de Noches sin sexo, son mis aportaciones para pasar este verano urbano.
¡A disfrutar!