Si hay visita obligada en Barcelona para una canaria que vive en Madrid es la Barceloneta, donde, por lo menos, se puede ver el mar. Pero si encima es fan de la novela negra, la visita es imprescindible. En la calle de la Salt está una de las mejores librerías de literatura negra de España: Negra y Criminal.
Y allí que me planté el viernes, sin avisar. En la mesa de las novedades, bajo el santuario privado de la librería, El Chef ha muerto.

Y cuando me iba, Paco Camarasa y Montse Clavé me convencieron: tenía que regresar el sábado a su sesión de mejillones.
Entonces recordé el mailing que siempre me llega de la librería invitándome a esos sábados y que siempre me dije: alguna vez iré. Total, cambié el billete del AVE y el sábado repetí. No me arrepentí.
Lo primero fue una sorpresa y un honor. Montse Clavé me «invistió» con la camiseta «Negra y Criminal» como una más del club de escritores de la librería. Sus palabras fueron: «menos mal que entra una chica más a la novela negra, que todos son tíos».

Después me dejé llevar por el aroma de los mejillones, el vino tinto y la conversación casual con lectores, escritores, dibujantes, aficionados. Divagaciones sobre la vida con psiquiatras gourmet y vividores canallas y curiosidad por descubrir qué dice en ruso la portada de este libro:

Los libreros, siempre atentos: «¡Aquí está la edición de «El Pato de Pequín» que estabas buscando!» «Para el verano lo mejor es..» «Creo que te va a gustar…». Y el librero también atendió mi petición: «El topo a la luz del día» del periodista gastronómico Pau Arenós, editado en 2003.
Está claro. No hay nada como el librer@. Te conocen, conocen el género, te aconsejan, te animan, te presentan, te conectan, te miman. Es tiempo de volver a la esencia, a la librería de los libreros, a Negra y Criminal, esa que se une a ti como el potente sabor a mar de los mejillones de roca del Mediterráneo.
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