El viernes 27 fue negro para los miles de afectados por el cierre repentino de la actividad de la compañía aérea Spanair, tanto para los clientes como para sus miles de trabajadores ahora en la calle. El anuncio del cierre lo escuché en el estudio de La Ser con Ángels Barceló en Hora 25. La situación informativa era tensa, pero, pese a ello, mantuvo el especial sobre literatura y gastronomía en el que participamos Montse Clavé, Lena Yau (autora de El sabor de la Ñ) y yo con la novela El Chef ha muerto y el fanzine enCrudo.
En un momento del programa intervino el escritor peruano Fernando Iwasaki quien aseguró que no era consciente del uso que hacía de la comida en sus novelas. Creo que a muchos autores les ocurre, pero ya es momento de realzar este recurso literario que bien vale para expresar la belleza, como la sordidez.
Y llegó el Sábado Negro 28 de enero en Traficantes de sueños en Madrid. La capacidad de convocatoria de esta asociación siempre es bastante fuerte, pero no me esperaba tanta gente. Un amigo que me acompañó intentó relajarme diciendo: «Seguro están aquí por el concierto de jazz que hay al final».
Y no sólo hubo jazz con Camilo y Leandro Bosso, sino también la experiencia del japonés Kum Nemoto, cuya familia vive las consecuencias de la radioactividad tras el seísmo de Fukushima: sin casa, sin trabajo y con la tierra y el mar contaminados. Por eso pienso que la gastronomía es mucho más, no sólo lo bello, sino también un compromiso con los ingredientes y la sociedad.
Así ya lo entienden otros colectivos como el de Madrilonia que acaba de publicar La Carta de los Comunes. Para el cuidado y disfrute de lo que de todos es.
Cuando llegó mi turno, también llovieron las preguntas y comentarios. Entre los comentarios: lo poco convencional que es Ven Cabreira, el investigador de El Chef ha muerto, porque ni es un detective clásico rompecorazones ni es un gourmet, y, quizás por eso, puede que sea un personaje de los que marca.
Salió también el enfrentamiento entre cocina tradicional y de vanguardia, pero yo defiendo que son complementarias. No se trata de dos equipos de fútbol, sino de elegir el que más te apetezca para vivir una experiencia, dependiendo del objetivo que tengas y de quién te acompañe.
Otra de las preguntas fue: ¿Qué ha aportado la cocina de vanguardia? Y creo que mucho. Ha aportado pensamiento sobre lo que es cocinar, nuevas técnicas y libertad para superar aquello de «se hace así porque siempre se ha hecho así». Ha dado visibilidad a este sector y una nueva forma de enteder el restaurante, al que ahora no es necesario ir trajeado, sino abierto de mente para disfrutar de una experiencia.
Y la última pregunta: ¿Qué piensa del ajo en la cocina española? Parece sencilla, pero tenía su traca. Me la hizo uno de los seguidores habituales de Sábados Negros. No puedo evitar pensar que un puntito picante de ajo está genial, pero el exceso mata a vampiros, quizás por eso los cocineros de vanguardia usan el ajo negro fermentado.
Y, al final, me fui encontrando con mucho de los asistentes. Así descubrí que entre el público estaba el escritor Joaquín M. Barrero y la blogueranegra Alice Silver Pol de Mis detectives favorit@s. También estaba Luis Gallego, un lector entusiasta donde los haya, a quien conozco desde la Semana Negra de Gijón 2011 y muchos más a quien conocí ese día (o eso creía yo). Fernando Ferro se presentó como «soy el de la pregunta del ajo y cuando vino el escritor Ernesto Mallo, me quitaste la silla que me guardaba mi hermano para sentarme». El ajo, sí señor, vengativo.
[…] ajos vengativos repitieron y los detectives que más nos gustan salieron a flote: Carvalho y Lascano. Pero, sobre todo, una […]
[…] sin más. Un lector, vengativo, te envía un grabado y es tan bueno que me gustaría de portada de cualquiera de los libros que […]