El pasado fin de semana concluyó la Feria del Libro de Madrid. Firmé en la caseta de la librería A Punto. Era la segunda vez y tenía cierto temor escénico: ¿Vendrá alguien o habré agotado a todos los amigos? Y no sólo pasaron más amigos: Alessia de Enminevera, Rafa de A Corte, Nuria de eldiapasonblog, Óscar de Gourmand, Jesús con sus mellizos, Ione, Juato, Mercedes, Carolina, Bea y alguno que se me olvide, sino que también me tropecé con gente que no veía hacía siglos y que me preguntaban: «Pero, ¿qué haces tú ahí?».
Eso sí, marca los que conozco a partir de ese día. Curiosamente, muchas parejas que les apetecía compartir esta historia, como José Luis y Ángela. Enamorados de la novela negra de principios de siglo como Alberto (El Chef ha muerto también lo es, pero del XXI) y gente con ganas de meterse en este mundo de Ven Cabreira como Arantxa.
Alguien siempre te deja un huella especial. Esta fue Alicia, que después de estar una hora mirando la portada, escudriñando las páginas, releyendo la contraportada y escuchando lo que decía, convenció a su padre de que se la comprara. Estoy segura de que en unos años, será ella la que escriba historias.
Al final de la jornada, la librera de A Punto, Aida hace recuento: «Yanet falta un libro. Nos han robado un libro». Puse cara de circunstancias, pero regresé a casa silbando: «El Chef ha muerto» ya es un libro que merece ser robado.