Grecia a través de la mirada de Kostas Jaritos, el investigador creado por el escritor Petros Márkaris, premio Pepe Carvalho 2012, es desalentadora.
Deshauciados que se suicidan, manifestaciones que provocan un embotellamiento continuo, que es imagen del atasco que asistimos por la situación económica en Europa, al que los banqueros miran desde el piso 20 de un rascacielos de un barrio tranquilo.
La mujer de Jaritos hace la compra doble siguiendo las ofertas de los supermercados cada mañana. Compra para su casa y para la de su hija recién casada, doctora en Derecho y en prácticas en un bufete de abogados. El desánimo es general en un escenario en el que sólo queda honestidad entre asesinos y gusto por la comida.
Adrianí está completamente recuperada. Mi diagnóstico no es fruto de un estudio psiquiátrico o simplemente médico, sino de mi olfato. Encima de la mesa de la cocina hay una gran fuente de tomates rellenos.
El comisario se compra un Seat Ibiza «por solidaridad entre los pobres» y apoya a la selección española en el Mundial frente a unos suvlakis, un plato muy popular consistente en pinchos de carne y verduras que habitualmente se comen en pan de pita.
En Grecia todos los grandes acontecimientos se acompañan de suvlakis. Acuérdate de la noche en que cayó la Junta Militar. Lo celebraron con velas y suvlakis. También los Juegos Olímpicos de 2004. ¡Toneladas de suvlakis consumidos delante de las pantallas de televisión! Aunque en Navidad comamos pavo y en Pascua cordero, el suvlaki es el plato de las grandes celebraciones nacionales.
Y un guiño al «optimismo», políticos, banqueros, policías y asesinos, probablemente comparten el mismo placer:
Ignoro qué ambiente se respira cuando se toman su café matinal los ministros y los dirigentes políticos. Por mi parte, mi café «griego ma non troppo«, porque es griego pero de máquina, lo tomo a solas en mi despacho y me saca de mis casillas que algo o alguien me eche a preder este primer -y a veces único- placer del día.
Hola.
Adrianí, refunfuñona esposa adjudicada a Jaritos por Markaris, es -según va narrando en los distintas novelas de la saga- un ama de casa de cesta y mercado diario, así, el autor, hace que el comisario encuentre unas sabrosas y excelentes berengenas en su plato del comedor familiar y algunas cosillas más.
Me ha encantado encontrar en el blog referencias del escritor.
Saludos.
A veces Markaris me enfada con el retrato de Adrianí, pero siempre se me quita cuando describe los platos que hace y la inteligencia que aplica a la vida.
Tienes toda la razón al enfadarte por el papel que le asigna pero hay que disculpar al maestro, cuando todos andaban desperdiciendo dinero, él, con su verbo fácil, sí ponía el dedo en la llaga del despilfarro absurdo, por ejemplo, cuando cuenta en una de sus novelas que en los otrora hermosos diques de competición de regatas, los pobres emigrantes se buscan la vida atrapando anguilas que después guisarán…Parecía increíble pero ya iba dejando miguitas de valiosa información, ¿verdad?
Quiero darte las gracias por tus amables respuestas, Yanet y apuntar que Donna Leon, con su inefable comisario Brunetti, insaciable comilón hogareño y un buen degustador de vinos, tiene publicada una buenísima guía de los platos y caldos que salen en sus libros. Seguro que ya lo conoces pero, me consta que hasta en Canadá circula la mencionada obra.que se llama «El sabor de Venecia».
Saludos cordiales.
Gracias a ti y me animaré a poner alguna novela de Donna Leon, claro!! Hay muchas en la lista de infaltables de las que aún no he hablado. Gracias, de nuevo.