Pamplona Negra es un festival del género y podría alabarlo porque innova en temática, porque tiene una afluencia de público importante, por la buena energía de Carlos Basas (su organizador) o porque ha sido el primero que me ha llamado para hablar de la gastronomía como herramienta literaria en la novela negra. Sin embargo, lo que más me ha fascinado ha sido que los escritores navarros fueron los cocineros de la cena de despedida del festival el sábado.
Caldereta de cordero firmada por Aitor Iragi, sorbete de cuajada con marca de katana de Carlos Bassas y crujientes de txistorra traída por Jon Arretxe y hecha fritura por el granadino afincado en Navarra Alejandro Pedregosa. Podría faltar un poco de sal al guiso, podría ser que estuviera más líquido de lo que se le presupone a un sorbete o podría faltar un poco de cocción a la txistorra, pero qué gozada ver a los escritores cocineros.
Además de disfrutar con este proceso creativo de los escritores en la cocina también fue momento de pensar. Podría repetir lo que tan bien han contado los periodistas acreditados o los documentos que Javier Manzano ha grabado (¡Vaya trabajazo más bueno oiga!), pero como he estado en el backstage les revelo lo que se oyó:
– ¿Qué hay que hacer para vender 100.000 ejemplares? (La respuesta más aplaudida: un libro de autoayuda, pese a que ya sabemos que hay a quienes nadie puede «autoayudar»).
-¿Por qué no tienen dotación económica los grandes premios de novela negra? (La pregunta queda en el aire).
-¿Cómo será una pareja en la que los dos sean escritores? (La respuesta solo al alcance para aquellos que no teman arriesgar su ego).
Pronto más gastronomía y novela negra en Tenerife Noir y en Cuenca con Encuentro de Novela Criminal las Casas Ahorcadas. También más preguntas y quizás alguna respuesta.