-Un café con un chorrito de anís del Mono -pide el policía Santos Trinidad.
-Lo siento pero no tenemos de eso -contesta la camarera, que luce el emblema del grupo Vips en su delantal.
Esta escena, simbólica y gastronómica, pertenece a la película «No habrá paz para los malvados» dirigida por Enrique Urbizu.
A finales del siglo XIX apareció en España el anís del Mono. Esta bebida fue un hito del márketing gastronómico del momento, gracias a su botella, inspirada en la de un perfume francés, al cartel luminoso que la anunciaba en la Puerta del Sol y a una etiqueta que, en la actualidad, podría ser incluso más provocativa que entonces: un primate que nos recuerda de dónde venimos y adónde vamos.
En «No habrá paz para los malvados», la venganza se sirve en una copa de anís, dulce como la propia muerte, pero translúcida y viscosa como la vida.
Dulce y ligeramente amrgo. Asi es el anis y otras cosas…
¡Qué de festivales con la botella y un cucharón en la época en la que a los infantes nos dejaban juagar con las cosas de los mayores, bajar a la calle solos y hasta nos daban de merdendar una tostada de pan con vino quinado o no!.
Y la Mirinda, no olvidemos la Mirinda…
me gusta la referencia al anís del mono toda una época! Siempre hay una botella aparcada en el fondo del armario, por si un día!
y la mirinda, la pepsi, la fanta, el trina…:))