Es inevitable: los Óscars, los Goya, las estrellas Michelin y los 50 mejores restaurantes del mundo se están convirtiendo en un aburrimiento por lo previsibles que son. Además, aburren por lo poco que nos aportan a la gente a pie de calle. Pues, hace tiempo que vas a ver una peli, no por los Óscars o Goyas que tiene, sino porque está en tu onda o porque alguien la comentó en una conversación de bar o en la Red. Con los restaurantes, pues peor, porque al cine podemos ir casi todos, pero a los grandes restaurantes, con dificultad. De manera, que se convierten en premios onanísticos y, por consecuencia, morbosos.
Y da morbo imaginar que tras el buen rollo de todos los cocineros hay cuchillos afilados y pulpos vivos dispuestos a atragantar al más listo. Y da morbo ver tras el boato, la miseria. Y el cabreo de los franceses, que parecen olvidar que las modas van y vienen (algo que los españoles tampoco podemos olvidar).
No obstante, esta lista de los 50 mejores restaurantes es previsible, onanística y morbosa para la gente que seguimos día a día la gastronomía. Y no hay que olvidar que todavía funciona el efecto Óscar, mediante el que una peli como The Artist llega a ser un fenómeno global. Y así ocurre que restaurantes como los españoles El Celler de Can Roca (2 del mundo), Mugaritz (3), Arzak (8), Asador Etxebarri (31) y Quique Dacosta (40) están en oídos de mucha gente de todo el mundo y se convierten en el deseo de otros muchos. Estos deseos se materializan, según dicen los propios cocineros, en que las reservas no paran. Y, además, se nota en sus caras de felicidad y en sus agradecimientos y en la fiesta. Así que me sumo a la alegría del gran momento español en la cocina mundial. Enhorabuena a todos y a por el primer puesto.
¡Nos sumamos todos a esa fiesta, incluso aunque no esté al alcance de nuestros bolsillos el ir, físicamente, a disfrutar de sus platos!. ¿Cómo no hacerlo si es fantástico para ellos y para el panorama?. Incita su esfuerzo, alimenta el deseo y nuestra imaginación (je, je, me encanta la trasteinda de loq eu cuentas, loq eu asoma detrás de esas imaginaciones…). ¡Por eso hay que tomárselo con calma, sin obsesiones pero con deleite!.