Hoy me levanté festejando el 13 de noviembre leyendo a mi tocayo de día Robert Louis Stevenson. Y para celebrarlo, un cuento escalofriante «Janet la contrahecha» publicado en La isla de las voces, en una edición de 1985 de la editorial Siruela prologado por Jorge Luis Borges.
Decía Borges:
«Me es tan difícil escribir sobre Stevenson como escribir sobre un amigo íntimo»
Y Stevenson siempre vuelve, como el recuerdo de un amigo de la infancia, con el terror de la dualidad maligna, con el sueño del viaje lejano y la rica soledad de la vida.
También regresa con frases que saboreas como la que habla del protagonista de «Janet la contrahecha»:
«No cabía la menor duda de que el reverendo Soulis había pasado demasiado tiempo en la universidad. Se interesaba y se preocupaba de muchas cosas además de la única verdaderamente necesaria».
Cuando hago memoria gastronómica de su lectura, recuerdo el vino que paladeaba con sus amigos el Doctor Jeckyl y de la despensa llena de vinos de Mr. Hyde. Pero, Mr. Utterson, el abogado:
«Cuando estaba solo bebía ginebra para castigar su gusto por los buenos vinos, y, aunque le gustaba el teatro, no había traspuesto en veinte años el umbral de un solo local de aquella especie».
Así que hoy brindaremos, con vino y, después, con ginebra.
Brindemos pues, con vino que la ginebra es cosa de otros, no mía. A tu salud, a la de Luis,a la Frederic y a la de Stevenson. ¡Felicidades, Yanet, la bienhecha!. Bss
Mil gracias, Liacice!!
Muy muy! Esa relación entre palabra y comida, entre vino y misterio! Y cuando leemos alguien come… será el alma?
Me gusta el blog de verdad!
Muchas gracias de verdad.Será que somos lo que comemos y …lo que leemos! 🙂