Que la protagonista de una novela sea una asesina es difícil, pero que encima consigas empezar a odiarla y terminar empatizando con ella, más aún. Y esto ocurre con Fatal, escrita entre 1976 y 1977 por el francés Jean-Patrick Manchette.
Tras una rubia aparentemente sensible y adinerada se encuentra una mujer ruda que el escritor dibuja magistralmente a través de lo que come y de cómo lo come:
«Abrió la tapa del calientaplatos y apareció la choucroute. La mujer se dedicó a engullir col picada, salchichas y tocino. Comía a grandes bocados, rápido y haciendo ruido. Le resbalaba salsa por las comisuras de los labios. Algún trozo de col que se le escapaba del tenedor o de la boca iba a caer al suelo o bien le quedaba colgando del labio inferior o de la barbilla. Los dientes de la mujer eran visibles durante la masticación, porque los labios le quedaban recogidos. Bebió champán. Terminó muy pronto la primera botella. Cuando descorchó la segunda, se pinchó el pulgar con el alambre y le brotó un poco de sangre escarlata. Hipó porque ya estaba borracha, se chupó el pulgar y se tragó la sangre».
La asesina actúa extorsionando y matando hombres ricos. Una justiciera que sabe bien que los ricos siempre se quieren matar entre sí y que solo hay que encontrar un cliente a quien «meterle la idea de matar en la cabeza, donde ya estaba esa idea».
Y el rico burgués a punto de morir se justifica diciendo lo mismo que hoy en día podría decir cualquiera de los corruptos que pueblan este mundo:
«No merezco la muerte. ¿Qué he hecho yo, sino seguir las tendencias propias de la raza humana? Y es más. No somos más que inocentes criaturas al lado de nuestros antepasados».
La novela acaba con una llamada del propio autor, conocido militante de extrema izquierda:
«MUJERES VOLUPTUOSAS Y FILÓSOFAS, A VOSOTRAS ME DIRIJO».
Gracias a un seguidor en Twitter, aquí está la portada original con la que salió esta novela en Francia, diseñada por el autor de cómics Jacques Tardi, amigo de Jean Patrick Manchette.