El domingo Canalla Ediciones celebró su segundo aniversario con 15 libros en el mercado, entre ellos, poesía, relato y novela.
Esta editorial madrileña e independiente, sin embargo, se caracteriza sobre todo por ser la que ha recogido la voz de muchos poetas aficionados a las session de poesía en los bares de la noche madrileña. Y muchos de ello fueron allí a cantarles su himno y a declamar o rapear los versos del inconformismo.
Fue una fiesta diurna, en el Gruta 77 donde celebramos con cervezas, tortilla, chorizo, salami y pan de pistola para bocata la apuesta editorial llena de ilusión de Roberto Menéndez e Inés Pradilla del Bukowski Club.
Pero entre verso y rodaja de salami me pareció que habían tres potentes razones para no ser poeta:
- Porque hay muchos poetas y la gente solo recuerda a los más freakys.
- Porque para ser poeta lo mejor es ser capaz de tirarse al suelo, cantar, gritar, rascar el ukelele, tocar la guitarra o rapear.
- Porque para ser poeta hay que comer mucho bocata de salami.
Y entre actuación y actuación, llegó el espectáculo de transformismo de la canción de la escritora Marisol Torres, las versiones de los Ramones de Indio del Gruta77 y el espectáculo de bondage “Cuerdas poéticas” de Pilar Aldea. Entonces, me di cuenta de que ser poeta es una incomodidad, como lo es cantar a los cuatro vientos la mediocridad. Que no mola desnudarse ante los demás para mostrar que somos marionetas. Pero que si no lo haces, si no te mojas, si no te incomodas, pues te comes, en lugar del salchichón, una verdad hecha a medida con photoshop. Y que con el pensamiento activo, crítico y afilado, por lo menos te reservas el derecho de decir «No». Así que aunque no se gane ni para el bocata, merece la pena ser poeta de Canalla Ediciones.