Los años del coma: el festín de la venganza por Marisol Torres

Publicado: 22/06/2013 en Literatura y gastronomía
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Marisol Torres y yo coincidimos por primera vez en una antología de relatos: La vida es un bar. Cuentos de noche de Malasaña. Y desde ese momento ocurrió lo que ella narra como  un “brillo de reconocimiento”. En este caso porque nos reconocimos de la misma familia, a la que le gusta escribir novela negra y para la que la comida y la bebida es mucho más que alimento del cuerpo.

Y así lo demuestra con maestría en su última novela: Los años del coma, una historia entre el negro de la venganza y el rojo justiciero, escrita por sus protagonistas: tres mujeres y un hombre, que buscan desesperadamente calmar el dolor profundo del alma.

En Los años del coma, la comida y la bebida no son entretenimientos de esos que no vienen a cuento como ocurre en muchos casos en la novela negra. La afición de su autora y su conocimiento hacen que tengan todo el sentido, porque a través de ellos entendemos a sus personajes y su estado de ánimo.

Un pixín a la marinera, ese delicioso plato asturiano con rape, hizo estallar el llanto de Marlis. Las tortillas estilo Betanzos “que lloraban huevo por los bordes” era uno de los pocos recuerdos cálidos de la infancia de Celia y hacer una de esas tortillas jugosas fue lo único que la que la sacó de su aislamiento.

Para Marlis fue una tarta de manzana, la que la hizo afrontar el dolor de la pérdida de un hijo y con la que recupera el espacio de la cocina como el lugar íntimo de encuentro:

“Las tres preparamos aquella tarta comi si de un ritual se tratase. Entre risas, conversaciones, bromas y juegos, pelamos y roceamos las manzanas, las mezclamos con las pasas y el azúcar. Al cortar las manzanas, en pedacitos muyfinos, en perfecto semicírculo, una corriente de armonía se fue extendiendo por la cocina, como si el hecho de cortar esas pequeñas lunas dulces hubiese obrado el milagro de llenarnos el corazón de alegría compartida. Luego extendimos la masa de hojaldre en la placa, la rociamos con pan rallado, para absorber la humedad de la manzana, y colocamos la mezcla sobre la base de hojaldre. Cerramos, como se cierra un paquete valioso, como se envuelve a un bebé en el arrullo, y nos sentamos a esperar junto al horno, con una copa de vino blanco, a que el olor de la tarta inundase la cocina. Algunos lazos debieron trenzarse entre nosotras, sin darnos cuenta, porque al sentarnos a la mesa a degustar el postre nos sentimos una familia por primera vez”.

Con Fran, el protagonista masculino, la comida es  crucial.

“Los años del coma fueron también los años de la verdura al vapor. Sólo comía eso. Cada día. Durante diez años”.

Hasta que un día volvió al chuletón y, entonces, se levantó del sillón.

Pero la comida no es solo belleza. Como el alma, la comida tiene una cara B, cruel y sangrienta. El plato se llena de cadáveres y hay formas y formas de matarlos. Desde un pavo a un pez.

“Y el pez, de pronto, aleteaba con furia, se arqueaba, abría una bocaza inmensa impensable en un bicho tan pequeño y trataba de aspirar un agua que había desaparecido. Unos segundos después, el cuchillo, la sangre que manaba del taco de madera del sacrificio, los ojos de la chiquilla fijos en aquella sangre y en los últimos movimientos del pez”.

Los vinos también son parte de la descripción de una persona y también de los personajes de Los años del coma.

El vino de la variedad alemana Gewurztraminer, de aroma a rosa y cuerpo ligero, es el favorito de la mujer que busca bosques y a quienes se recuerdan cuando ves a alguien «tomar ostras con vino blanco».

El vino tinto, rojo como la sangre, oscuro y denso como el pubis de una pelirroja, de Somontano, del Priorato o de Ribera del Duero, es el de las mujeres de pelo rojo en cascada a las que se recuerda cuando «los sonidos de la risa rebotando entre las copas de vino tinto».

Pero también las hay que no toman vino, sino  cerveza, coleccionan volcanes en erupción y es mejor no recordarlas.

Y de los combinados, el gin tonic. El amargo sabor del final de un festín de venganza.

comentarios
  1. […] Los años del coma: el festín de la venganza por Marisol Torres […]

  2. ALBA dice:

    ANA, MAGNIFICA FOTO. MEJOR PORTADA IMPOSIBLEEEEE

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