Sí, lo reconozco. Yo también devoré hace dos veranos la trilogía “Millenium” del sueco Stieg Larsson.
Resultado: indigestión, y no por el voluminoso número de páginas, sino por lo mal que comían sus personajes.
De sándwiches de cualquier cosa y café están sus días llenos. Y, casi mejor, porque puestos a innovar, el protagonista, el periodista Mikael Bloomkvist, prepara una cena a su amiga y amante para un reencuentro después de un mes sin verse:
“Cordero con una salsa espesa de nata”. De sólo leerlo la libido de cualquiera baja a los pies.
La reina de la trilogía, la joven Lissbeth Salander, tampoco es que mejore en cuanto a dieta: pizzas congeladas y pastelillos de bacon para calentar en el microondas.
Tampoco hay tregua para las bebidas, que más que saborear, se tragan, como el vodka, la cerveza, un vino sin identificar y aquavit, aguardiente del norte de Europa.
La única licencia gourmet, la máquina con la que se elabora el café, una Jura Impressa X7, la que según Mikael Bloomvist es “el Rolls Royce del mundo del espresso”, aunque, claro, el sueco olvidó reparar en la importancia que también tendrá el grano que se muela en ella.
Sólo espero que «El Chef ha muerto» sea un refrescante recetario anti-indigestión.
Cada capítulo una receta y ya hay una propuesta: «Vergüenzas en salsa verde»