La mesa de la cocina en La Choza

Publicado: 05/06/2012 en Restaurantes y críticas gastronómicas

Hace calor en Madrid y la incertidumbre económica carga la melancolía. Hoy quedé con Jacobo Gavira, la otra neurona del fanzine gastronómico enCrudo, a comer en un lugar en vías de extinción, una fonda madrileña llamada «La Choza» en la céntrica calle Echegaray. Pocas mesas, televisión con el informativo, teléfono público a monedas y la sensación de estar en la mesa de la cocina de tu propia casa.

Valeriano la abrió en 1980 y este año cierra. «Todo se acaba«, dice. Tanto como los clientes solitarios, casi siempre hombres y  algunos desde hace 32 años, «aunque muchos se han quedado por el camino».

El menú del día a 10 euros escrito a mano en un papel y fotocopiado, del que no falla el gazpacho ni el salmorejo. Otra cosa son las verduras, pasadas, que es como les gusta a la inmensa mayoría de los españoles, ajenos a revoluciones,  y es que saben que Picasso existió, pero en la pared de su casa no falla el paisaje ni el bodegón.

Tinto de verano y una sensación mucho más clara que nunca: la economía y la gastronomía son un estado de ánimo.

comentarios
  1. Que cierren sitios así es una pena, Yanet. Saludos.

  2. Yanet Acosta dice:

    Y sobre todo para los clientes solitarios que se quedan sin su mesa de la cocina…

  3. Liacice dice:

    En Zaragoza hay, al menos, una fonda así -«La Peña»- No piensan cerrar. ¡Ni que se les pase por la cabeza!. Su éxito se mantiene porque los clientes solitarios o en grupo peregrinamos allí, en busca de esa comida abundante y casera como la de nuestras madres no, más bien como la de nuestras abuelas. Aquí nunca faltan los canelones, de los de verdad, ni el ternasco, ni la carne guisada, la verdura o la sopa de cocido. Y si llamas antes hasta te hacen calabacines rellenos o lo que se tercie. Una situación de otra época, su barra de pan, nada más llegar, su vino peleón, gaseosa y agua de rigor, el mismo precio (entre semana) y casi diría que los mismos ancianos clientes, con su tele y, hasta hace nada, con lavabo en el mismo comedor. Creando estados, subiendo ánimos (o bajándolos que, como en la vida, para todo hay). Siento que perdáis esa baza, ese refugio. Os invito a pasaros por aquí: haremos de Cicerones de nuestra peña, hay un filón para el EnCrudo entre esas escaleras ajadas.

  4. porfirio dice:

    Fui asiduo cliente casi diario de esta casa de comidas caseras y sabrosas regentada por Ventura y su mujer. Y siento mucho que lo hayan cerrado. Ahora en 2013 lo han reabierto otros dueños que han reformado el local y lo han puesto mucho más bonito, pero la comida es infinitamente peor. Y el servicio, no digamos. Hemos perdido todo el barrio con el cambio de dueños. De hecho yo me apunté a los nuevos dueños hasta que me cansé de su mala calidad y pésima profesionalidad. Y eso que me queda muy cerca de casa, pero ¡que mala es la comida! y que pésimo servicio!!. Si se entera Chicote de este restaurante seguro que entraría a poner orden.

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