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Todo el mundo habla de maravillas del nuevo restaurante mexicano en Madrid y yo no estoy de acuerdo. No es un restaurante mexicano. No. Punto MX hace su propia cocina y eso significa cocina de autor.

Fui a él buscando las emociones del país en el que pasé un mes el pasado año (tengo allí familia) y, nada que ver, sino todo lo contrario, mucho mejor. Me alucinó el equilibrio de los sabores -ácido, dulce, picante y salado- que consigue en sus platos, la elegancia de las cocciones y el buen gusto a la hora de combinar ingredientes (la combinatoria es tan difícil como conseguir una buena paleta de colores para un pintor).

Su plato más afamado es el guacamole, puesto que lo hacen al momento en el molcajete de piedra volcánica, sin embargo, a mí personalmente no me pareció la panacea. Lo más habitual en los restaurantes mexicanos de Nueva York y de otras muchas ciudades acostumbradas a la cocina internacional es que lo hagan así, y en España ya tardábamos, la verdad. Así que espero que sea imitado por el resto de restaurantes de la ciudad, solo por el bien de nuestra cultura general.

Para mí fue mucho más intenso entrar en una carta bien redactada, sencilla de entender y fácil de comer. Pese al nombre poco atractivo para un español de chorizo verde, nos atrevimos a pedir el Taco de chorizo verde con aguacate, queso, salsa martajada y chiles toreados. El truco es que el chorizo se hace con aromáticas como el cilantro y otros picantes que le dan el tono verde y fresco y el taco estaba que se comía solo.

Por curiosidad mediterránea pedimos también los Tacos de bistec de atún rojo a la plancha, salsa de chile serrano y limón verde. Lo primero que uno piensa es que será un desastre la mezcla y, tachán, sorpresa, uno de los tacos más deliciosos que nunca tomé.

Y para seguir con mi curiosidad nos decantamos por un Pargo zarandeado a la brasa con pico de gallo de piña, que era pura elegancia y sutilidad en boca.

Al final de la comida yo tomé mezcal, porque mi prima mexicana me enseñó a disfrutarlo. Mi acompañante y amigo Álvaro, tequila. Los elegimos de un carrito que el camarero explicó con pasión y eso, se agradece. Tan bueno es el trato que apenas notas que estás en el pasillo de un sótano pintado de blanco animado por una ventana.

Ahora solo me falta repetir, porque ya deseo probar el resto de la carta. (Y que se bajen del burro los críticos, los malos restaurantes no merecen una segunda visita, solo uno se muere por repetir en los irrepetibles).

comentarios
  1. pmallorca dice:

    bueno, bueno…vivo en Mallorca, pero ya estoy deseando ir a Madrid, para comer en ese restaurante tan rico..gracias!

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