Acaba de celebrarse la séptima edición de Nnegra en Arona. Un encuentro entre la gente y los autores y, por ello, difícil de olvidar. Jorge, Ana María y Ana María, Juana y Nancy, fueron los primeros en romper el hielo e interesarse por El chef ha muerto. Jorge encontró la socarronería canaria en el protagonista, Ven Cabrerira. Y sí, la tiene y mucho.
En otro encuentro, Susana Hernández y yo nos sometimos a las preguntas de los estudiantes de varios institutos. Agudas y sin censuras. Un momento difícil, pero gratificante, que deja huella. Entre sus preguntas, una:
¿Se puede vivir de escribir?
Y en este momento no se puede vivir de casi nada (al menos legal), así que hay que hacer lo que te apasione, lo que te mueva a levantarte todos los días con ilusión e intentarlo. Eso sí, vale ya de la imagen del artista muerto de hambre, porque sin comer no se crea. Y lo creado vale, así que habrá que pagarlo.
Ya en la biblioteca y con público de todas las edades y géneros se abrió el debate junto con los escritores Alexis Ravelo, Susana Hernández y Javier Hernández y el periodista Eduardo García Rojas:
¿Se ha producido un cambio en la participación de la mujer en la novela negra en los últimos tiempos?
Y me parece que está claro que ya la mujer en la novela es mucho más que víctima o mujer fatal. Son protagonistas y deciden y son parte de la acción. Pero la novela refleja la sociedad en la que se escribe y la falta de igualdad de oportunidades continúa sometiendo a personajes y a personas. Por eso, la novela negra tiene más sentido que nunca.