Subsuelo es la última novela de Marcelo Luján, argentino asentado en España hace más de una década, y aunque el título lleva a la tierra, desde un comienzo los personajes se deslizan en el agua. En el agua de las emociones y recuerdos, en el agua de la piscina, en el agua de los botellines de los que beben una y otra vez, en el agua del pantano, en el agua de la cantimplora y en el agua hecha hielo, ese que por mucho que rebuscas en el frigorífico a veces no encuentras.
Es una novela fascinante, un thriller, que me recuerda a la intensidad de Misery de Stephen King y al suspense de la película Hard Candy. Escrita de forma envolvente, entre carne de de barbacoa de verano y ensaladas de lechuga, que, aunque el autor no lo indique, a mí me saben aguadas. Irremediablemente, el agua.
La novela se lee de un tirón y aunque en los festivales se presente como novela negra, no cumple las pautas del género, aunque a través de ella se pueda observar hasta donde puede llegar la perversidad de un ser humano.