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En 2009 visité Corea del Sur. Me encontré con una amiga, que había conocido cuando viví por primera vez en Nueva York. Ella me enseñó mucho de cocina coreana en la calle 31 conocida como Koreatown y que está repleta de restaurantes, pero siempre me había dicho que en su país todo era diferente. Y así es (basta con vistar el mercado de Jalgachi para darse cuenta)

El aroma del kimchi lo impregna todo. Desde el desayuno hasta la cena. Y el kimchi no es sólo col fermentada con picante, sino que se encuentran más de 200 variedades de este acompañamiento, en el que enraiza la cultura coreana.

Además del kimchi elaborado con repollo blanco coreano, son habituales el de espinacas, cebolleta, pepino, calamar, pulpo u ostras.  Este fermentado, por su alto contenido en vitamina C y B2, es considerado como uno de los alimentos más saludables del mundo, junto con el tofu y el aceite de oliva

Este encurtido  tiene su origen hace unos 2.000 años. El método de elaboración procede de las salazones aplicadas a los productos del mar, que se trasladaron a los vegetales de temporada, para alargar su vida. Hasta el siglo XVI, no se añadió el picante, que se cree que llegó a Corea a través de Europa y del Sudeste asiático, tras el viaje de Colón a América, según se asegura en el mismo Museo del Kimchi en Seúl.

La industria del kimchi es relativamente nueva, ya que se sigue elaborando tradicionalmente en cada casa. De hecho, el proceso es de tal importancia que se le da el nombre de “kimjang”. Tradicionalmente se empleaban cinco días para hacer esta conserva para el invierno, pero actualmente la ardua labor se zanja en dos días y su conservación se realiza en frigoríficos especiales, que nunca faltan en un hogar coreano.

Para celebrar mi llegada, junto con sus amigos, además de muchos tipos de kimchi y platos de los que más me gustaban como el jemultang (un guiso de pescado, mariscos y algas), el bimbimbap (arroz hecho en cuenco de piedra caliente con vegetales crudos, carne y algas), y japchae (fideos de patata salteados con verduras), me ofrecieron el más especial, con el que agasajan a sus invitados: pulpo vivo.

Los tentáculos recién cortados se movían en el plato, trepaban por los palillos y se adherían a la boca y al cielo de la boca. Mi amiga me urgía, pues cuanto más tiempo pase, más difícil es masticarlo.

Y el horror de la experiencia fue una inspiración más de El Chef ha muerto.

La última crítica a El Chef ha muerto ha sido toda una revelación: Tres estrellas de Negra y con puntillo, del bloguero criminal Terri (Jabi Basterra). Lo reproduzco en su totalidad, porque no todos los días se recibe un galardón así:

Cocina de autora

Tenía fichado este libro, El Chef ha muerto, desde hace tiempo. Por un lado, porque inauguraba una nueva colección negrocriminal, Negra, Urbana y Canalla, de Ediciones Amargord, y esta colección venía abalada por el tremendo Carlos Salem al que le vengo siguiendo la pista desde hace tiempo, y también tenía ganas de leer la novela porque en ella se habla de una de las temáticas que regularmente hablamos en el blog, el maridaje entre género negro y cocina. El resultado, desde ahora te lo digo, has sido de rechupete.

Por un lado, porque El Chef ha muerto es una novela con un gran sentido del humor. Voy siguiendo los pasos de Ven Cabreira y me vienen a la memoria otros detectives como Buenaventura Pals, Gálvez o la Tana Marqués del Suicidio a crédito, personajes que consiguen lo más difícil en este negocio: que vayas leyendo con una ronrisilla pegada al rostro. Sonrisilla que muda en carcajada en momentos puntuales como la degustación de productos italianos a la que es invitado nuestro amigo Ven, un gran amante de las trufas, como veréis.

Le daría una estrella también al Chef porque me he echado unas buenas risas basadas en un planteamiento muy original y porque es un relato que escapa a las montañas de cadáveres y los asesinatos seriados, que, aunque tengan su público, a mi me aburren un poco. Minimalista en cuestión cadavérica que se está volviendo uno.

Y también me ha gustado que la autora sea capaz de reirse del gremio en el que se mueve. Que sea capaz de contarnos cómo en medio del tsunami gastronómico en el que en ocasiones nos hacen creer que vivimos, con cocineros que asumen roles de intelectuales, de estrellas del porno, o de artistas de la decostrucción…. pues que hay de todo, y no sólo envidias (¿o era endibias?), celos o espionaje industrial, sino también ese ingrediente secreto que por momentos Yanet deja espolvoreado entre las páginas del libro: el amor y el cariño por el guisar.

Yo he estado en el restaurante de Yanet Acosta y te comento lo que pedí de su extensa carta.

Primer plato: Ensalada de imaginación

Segundo plato: Bienmesabe

Postre: Mil hojas de crema, humor y nata

Ahora tienes que ir tú y ver qué te depara la visita a sus fogones. Yo, visto lo visto, le tengo que dar la tercera estrella Michelín.

 On egin!

El próximo 28 de enero de 2012, será un sábado negro con El Chef ha muerto en la librería Traficantes de Sueños (Embajadores, 35) de Madrid.

Lo organiza  Sábados Negros, una asociación cultural para la divulgación de la novela negra española e internacional y todo aquello que la rodea y a lo que influye como el cine, la música, el cómic o la fotografía, de forma gratuita.

Los lectores de Sábados Negros y cualquier otro aficionado o curioso que pase por la librería a las 19.30 horas tendrá a su disposición a la escritora de la novela negra gastronómica El Chef ha muerto.

Cuerpo a cuerpo escritor-lector.

Espero que se olviden los cuchillos, y no termine en zarajos como la última vez…

El Chef ha muerto nació con la publicación de la novela del mismo nombre el 22 de mayo de 2011. Durante estos siete meses he publicado 78 posts sobre literatura y gastronomía y 189 imágenes (todas propias, excepto las carátulas de los libros), que han recibido más de 18.000 visitas, según las estadísticas de WordPress.com.

Gracias a todos por el seguimiento y especialmente a El monstruo de las galletas, El Comidista y a Cocina.es, así como a Liacice e Interrobang por el seguimiento y su entusiasmo.

Aquí hay un extracto:

The concert hall at the Sydney Opera House holds 2,700 people. This blog was viewed about 18.000 times in 2011. If it were a concert at Sydney Opera House, it would take about 7 sold-out performances for that many people to see it.

Haz click para ver el reporte completo.

Es una canallada, pero los libros también se pregonan.
El jueves 22 de diciembre, entre las mesas del restaurante Babar de Santa Cruz de Tenerife con La Isla Libros, el actor Antonio Conejo anunció:
«Atención, atención El Chef ha muerto y aquí está la culpable»
Miradas acusadoras.
«¿Como murió ?»
Uno de los asistentes contestó:
«Enyugado»
¡Todo un canarismo para decir asfixiado!
Y que se siga pregonando en cualquier lengua o dialecto:
El Chef ha muerto, una nueva novela negra, dinámica y divertida con la que comerse el mundo.

Las presentaciones de El Chef ha muerto en Madrid, en Barcelona y en Gijón han sido momentos inolvidables con grandes amigos de la literatura y de la gastronomía como Joan Roca, Carlos Salem y Ernesto Mallo. Sin embargo, la del martes 20 de diciembre ha sido la más especial porque se celebró en mi pueblo, Garachico.

Garachico está al norte de Tenerife, entre el mar y los acantilados, y en su corazón, se sitúa la plaza de La Libertad. En las mesas de su quiosco también se forjó El Chef ha muerto, puesto que la novela la terminé de escribir durante mis vacaciones veraniegas de 2010.

El periodista, escritor y catedrático de Periodismo, José Manuel de Pablos, quien además fue uno de sus primeros lectores, fue el encargado de presentarla.

La definió como:

«Una obra viva y fresca, moderna y llena de acción y emociones, de humanidad y humor, con pinceladas de erotismo y cuajada de cultura gastronómica y de lugares del mundo visitados por la autora».

Y de su protagonista, Ven Cabreira, dijo lo siguiente:

Ven Cabreira es un anti-héroe, taimado, astuto, sagaz, espabilado, madrileño, socarrón, hábil, travieso…que rompe con la sinfonía gastronómica de la novela, pero un personaje del que emana magia.

Y mágica fue esta noche de la presentación más emotiva de El Chef ha muerto.

Ginebra, en invierno, huele a queso fundido y vino caliente. Bajo la imagen de ciudad de miles de organizaciones gubernamentales y de entidades bancarias se encuentra también un sabor popular de pequeña ciudad.

Muy cerca de la plaza de Plainpalais, el centro neurálgico de la ciudad, se encuentra la librería Albatros. Rodrigo Díaz Pino, un peruano instalado en Ginebra hace 20 años, la regenta desde 1996.

Cientos de libros en español en una ciudad en la que vence el francés, el alemán y el inglés, pero donde siempre se encuentra a alguien con ganas de hablar en español.

Albatros es librería y editorial, pero, sobre todo, centro de encuentro de hispanoparlantes que disfrutan del ambiente cálido de este oasis  de la literatura en español en Ginebra, en el que también ha encontrado su lugar El Chef ha muerto.

 

 

La pregunta que más me hacen últimamente es: ¿Dónde puedo comprar El Chef ha muerto?

La respuesta: En cualquier librería de España.

Por ejemplo:

De todas formas, te recomiendo encargar la novela en la librería que tengas más cerca.

El Chef ha muerto  Yanet Acosta

ISBN: 978-84-92560-89-9

PÁGINAS: 211

PRECIO: 12€

DISTRIBUIDORA: Distriforma

¿Y se puede encontrar fuera de España?

Por ahora sólo está en la Librería Albatros de Ginebra (Suiza), pero también se puede adquirir a través de Internet en  las páginas de las tiendas que mencioné anteriormente, en Amazon o en la web de la propia editorial Ediciones Amargord.

La noche más canalla puede comenzar con vinos de Jerez y tapas de huevas y mojama. Y, además, con una improvisada explicación sobre el lío de las diferencias entre finos, manzanillas, amontillados, olorosos y palo cortado.

Estos vinos, al igual que los de Oporto, tienen un halo de misterio. Probablemente porque fueron empresas inglesas las que estaban al tanto del negocio de este producto de lujo. Y cuanto más misterio, más exclusivo parece.

Y a lo que vamos, los vinos de Jerez.  Se hacen con uva palomino principalmente. Después de la vendimia se pasa a fermentación. En este proceso, gracias a levaduras naturales, aparece lo que se denomina el velo de flor.

Si todo el proceso de la fermentación se hace bajo el velo de flor, es decir, sin oxígeno (para lo que se añade alcohol de 15 º), pues se obtienen vinos amontillados. Si se rompe el velo, salen los olorosos (se emboca con alcohol de más de 17 º).

Entre unos y otros está el palo cortado, que comienza siendo amontillado y termina como oloroso. «Un hermafrodita», como diría Linda Meyer en El Chef ha muerto.

El tiempo de crianza puede ir desde los tres años de los vinos finos o manzanillas si se hacen en Sanlúcar de Barrameda hasta más de 30, que son los que se conocen como VORS  (siglas que responden a Vinum Optimum Rare Signatum).

Acabo de recibir una carta de un lector de El Chef ha muerto y creo que merece la pena publicarla:

Leemos en la solapilla del libro de Yanet Acosta: “… El Chef ha muerto es su primera publicación no académica y con ella inicia la serie del investigador Ven Cabreira”. Bueno, no es un mal comienzo el de esta joven escritora para iniciarse en las lides literarias y en un género bastante recurrente como puede ser el policiaco. Y, si ahondamos más, con un contenido, el gastronómico, muy de actualidad en estos tiempos.
Tampoco podía faltar en ese género su especie protagonista, un detective, Ven Cabreira, buen trasunto del Carvalho “montalbanesco”, quien, con todas las características al uso (desapegado, antihéroe, con un oscuro y triste pasado…), y alguna otra más peculiar o disparatada que sirve al que esto escribe para entonar su “mea culpa” por el desconocimiento de algún vocablo (es el caso de la palabra ageusia), se embarca en la aventura de desentrañar la muerte del cocinero más importante del momento; eso sí, con ayuda de una periodista que ejerce de feliz contrapunto en las labores de investigación y que nos pueden recordar vagamente otras parejas policiacas famosas (Sherlock Holmes-Watson, Hércules Poirot-Hastings, Guillermo de Baskerville-Adso de Melk…).
Con estos elementos la acción transcurre con vocación decididamente viajera, de aquí para allá, siempre con el epicentro en Madrid, en donde algunos lugares se hacen reconocibles con muy poco esfuerzo; y todo ello al servicio de una sátira más o menos benigna, o por lo menos, de una ironía que critica los aspectos más exagerados y extravagantes del “mundillo cocinero” actual. Trufado todo, claro está, de abundantes situaciones de enredo, jocosas unas, equívocas otras.
¿Y las maneras? Aunque pongamos algún pero a la edición (no habría venido mal alguna revisión del texto antes de pasar a la imprenta), la escritura digamos que se hace fluida, discurre bien, gracias a un lenguaje de frases cortas, directas, con algunos rasgos de estilo (como terminar cada capítulo con el título del mismo) y una narración en presente que conviene de muy buen grado a este tipo de novela negra, que anuncia nuevas entregas, tal y como señala en el prólogo Carlos Salem, personaje ya muy fogueado en los quehaceres literarios: “…se ganará [Ven Cabreira] en poco tiempo un lugar entre nuestros detectives imprescindibles”.

José María Nieto