Una receta de ballena: Moby Dick

Publicado: 12/04/2012 en Literatura y gastronomía

No sé por qué Moby Dick se conoce cómo una novela juvenil. Es sesuda, radical y provocadora. Desde el inicio, su protagonista, lo deja claro:

«Siempre que siento que empiezo a hacer mohínes y a enfurruñarme, y noto las húmedas brumas de noviembre en mi espíritu; siempre que me sorprendo parándome ante las funerarias o incorporándome al cortejo de cuantos fuenerales encuentro (…) entonces es cuando comprendo que ha llegado el tiempo de volver al mar con urgencia. Este es el sustituto que uso para el suicidio«.

Tampoco entendía por qué era la novela favorita de Ferran Adrià hasta que la he vuelto a releer. Es la historia de un superviviente que disecciona la aventura de la búsqueda de una ballena, que representa el desafío humano ante la naturaleza y, metafóricamente, el desafío de algunos ante la sociedad.

«Sí, el mundo es un barco que pasa temporalmente, sin realizar un viaje completo».

Además, es una novela repleta de guiños culinarios. Antes de zarpar, los marineros se van al «Mesón del Surtidor» y devoran un budín relleno. También visitan «A probar la Olla» en donde encuentran la mejor sopa de mejillones que hubieran probado nunca hecha con:

«pequeños y jugosos mejillones, no mayores que avellanas, mezclados con menudos trozos de galletas marinas, y briznas de cerdo salado, adobado todo ello con mantequilla y bien sazonado con sal y pimienta».

Sin embargo, la receta más rupturista y provocadora que ofrece Herrman Melville a través de su narrador es la de ballena:

«las marsopas están consideradas como plato exquisito desde el punto de vista gastronómico. La carne se prepara en bolas del tamaño de las de billar, y si se sazonan bien con especias pueden ser tomadas por albóndigas de tórtola o cordero, (…) En el caso de la pequeña ballena espermática, sus sesos son considerados un plato delicado. La parte superior del cráneo se rompe con un hacha, y se retiran y se meclan con harina, con lo cual quedan convertidos en un manjar cuyo sabor es parecido a la cabeza de ternera».

Y así es como el lector pica el anzuelo, pese al aviso del autor:

¿Y qué eres tú lector sino un pez-libre y también un pez-trincado?

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comentarios
  1. Liacice dice:

    No la he leído pero ya me siento pez-trincada. E, incluso diría: ¡¡¡Ballena guisada!!!. La buscaré en mi aparador de los libros olvidados desde mi infancia, leyéndote me he dado cuenta de la injusticia cometida. Gracias

  2. gashalley dice:

    Llego aquí por referencia a la novela Mobi-Dick y sus recetas. Observé en canal 22 un programa llamado sabores terrenales (Está el podcast en youtube) Donde hacen la sopa de mejillones o sopa de almejas tropicalizado para aquí en México. Dos escritores mexicanos Pedro Ángel Palau y Vicente Herrasti.

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