Los cretinos también comen. La verdad y otras mentiras de Sascha Arango. Literatura y gastronomía

Publicado: 21/11/2014 en Literatura y gastronomía
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Literatura y gastronomía. Sascha Arango En mi afán de encontrar el uso que hacen los escritores de la gastronomía como herramientas para definir personajes me he encontrado con La verdad y otras mentiras, la primera novela del afamado guionista berlinés Sascha Arango. Es una historia con un toque de policial y un estilo (en la primera parte del libro) que podría recordar a Houellebecq y en la segunda al tono de la serie estadounidense Breaking Bad. El autor muestra al protagonista de la novela, Henry Hayden, utilizando muchos recursos, entre ellos, su comida. Siempre que estaba en un restaurante pedía, sin mirar la carta, un filete con patatas. Desde luego, esta forma de comer define a un cretino o a un tipo que se esconde tras una supuesta idea de normalidad. Pues en casa, sin embargo, elaboraba delicadas recetas como la de medallones de rape con espuma de Riesling o faisán que trinchaba con esmero. Además, cuando había que ligar, no escatimaba esfuerzos para encontrar el mejor restaurante:

En Verger en Puig d’Alaró, en Mallorca. Henry, tozudo, se había encaramado por una pronunciada cuesta (…). Tras una ascensión eterna y empinadísima, por veredas estrechas y sinuosas, llegaron a la madre de todos los restaurantes de montaña, donde comieron el cordero más delicioso de su  vida. Aquella noche, Betty estaba convencida de ello, engendraron a su hija.

Esta forma de identificar un personaje puede resultar arriesgada por lo increíble que puede llegar a ser, pero el protagonista de esta novela lo es. Un escritor que no ha escrito ni una sola línea, un hombre que nunca habla de su pasado, un perdedor que triunfa. En la novela, la comida además es utilizada por el autor para explicar la forma de pensar del protagonista. Un pastel de ruibarbo es el dispositivo para desarrollar su filosofía vital, la que explica que prefiera el castigo a la recompensa:

Henry habría preferido que lo torturaran. El ruibarbo le había parecido siempre una verdura de los más amarga. Alguna gente la utilizaba para elaborar una gelatina asquerosa con la que ludo les hacían la vida imposible a niños indefensos en los comedores escolares. Su experiencia a lo largo de su odisea por varios internados e instituciones disciplinarias había sido siempre la misma: cada falta tenía su castigo y, como recompensa, compota de ruibarbo.  

El personaje, sin embargo, come a solas, en la intimidad, su bocado favorito: una albóndiga en la calle entre la estación y las putas, que al lector le parece tan grasienta y asquerosa como sus «brillantes» planes.

Henry se dirigió a su puesto de comida rápida preferido y se comió una albóndiga. Era el momento de elaborar un buen plan y allí era donde se le ocurrían las mejores ideas.

La gastronomía sigue siendo un elemento clave en la literatura y Sascha Arango lo demuestra con La verdad y otras mentiras.

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