Caza al asesino de Manchette: una novela donde se engulle, a veces, hasta con sentimiento

Publicado: 07/09/2015 en Literatura y gastronomía
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Caza al asesino

Anagrama acaba de reeditar Caza al asesino del francés Jean-Patrick Manchette aprovechando la salida al cine de una peli con Sean Penn y Javier Bardem. Manchette murió en 1995, con 53 años y esta fue su última novela publicada en 1981. Supongo que si viera la peli fliparía, porque nada tiene que ver con su potente texto, circular y bíblico: hagas lo que hagas no tienes escapatoria. Tu karma es ese, amigo.

Martin Terrier se marchó de su pueblo el día en que su padre, al que la gente ridiculizaba cuando se emborrachaba, murió. Diez años después, tras ganar pasta como mercenario y asesino a sueldo de una compañía, deja su trabajo y vuelve para llevarse a la chica de la que se enamoró. Pero esto no es un cuento de hadas, sino una novela hard boiled.

La chica huele mal y bebe coñac sin parar, él se queda sin un duro porque quien le lleva las finanzas se lo gasta todo, y para un mercenario dejar su trabajo no es tan sencillo como presentar una carta de dimisión.

En la novela los personajes engullen todo el rato. No comen ni beben. Tragan, como se tragan su papel en la vida y todo lo que les pasa.

Martin cena de pie una lata de salchichas con lentejas y un pedazo de gruyère y en otra ocasión se pide una especie de salchicha llamada andouillette, «que parecía de goma». Su jefe, Cox, siempre está comiendo. Entra en la novela con un copioso brunch compuesto de huevos, bacon, salchichas a la plancha, pequeñas crepes y jarabe de arce. Continúa con unas patatas fritas que saca de un cartón, más tarde una chocolatina y sale de la novela comiendo nueces, avellanas y cacahuetes compulsivamente.

Con Félix, quien se ha casado con la chica por la que vuelve al pueblo, comparte un whisky sour. Félix le asegura que le gusta porque sabe a vómito y «si bebes sistemáticamente algo que ya al principio sabe a vómito no e sientes incómodo cuando acabas por vomitar».

Es curioso que el protagonista utilice la guía Michelin en la novela para buscar hotel. Entre los propuestos, elige el que se indica como más tranquilo. Toda una paradoja en una novela en la que solo se escuchan las balas y los golpes.

Esta novela está dentro de las que se denominan behaviorista, puesto que el narrador solo recoge las acciones de sus protagonistas, como si fuera una cámara, sin entrar dentro de sus almas. Sin embargo, un gesto puede ser la expresión del alma. Stanley es el amigo del alma de Terrier. Solo toma vodka. Cuando desaparece, Terrier pide una cerveza bien fría y un vodka. Se toma de un trago la cerveza, paga y deja el vodka intacto. El camarero no entiende nada y se toma la copa cuando Terrier se va. El lector sabe, que pese a todo, Terrier tiene sentimientos.

Si quieres leer algo más de Manchette te recomiendo Fatal, donde las rubias dejan de tener el papel de mujer florero.

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