Soy una melancólica nata. Me gusta recordar los aniversarios y el de Vázquez Montalbán no se me olvida. Hoy hace diez años que vio por última vez Los pájaros sobre Bangkok. Pero también cumple aniversario el fascinante inspector que creó. Carvalho apareció en una primera novela: Yo maté a Kennedy, pero el personaje aparece por primera vez como investigador privado en Tatuaje. El misterio está escrito en la piel del ahogado cuya muerte debe esclarecer:
«He nacido para revolucionar el infierno»
Y cuando abres el libro te encuentras con el pasaje en el que Bromuro, contrapunto al investigador en esta novela, se encuentra con:
«la confirmación en la prensa diaria de todas sus prevenciones hacia los alimentos. La preocupación ecológica y consumidora había tenido en él a un esforzado profeta jamás reconocido por los teóricos de nuevo y más alto cuño. Ya no se limitaba el limpiabotas a denunciar a los pies de sus clientes la conspiración antierótica del bromuro disuelto en las aguas, en las bebidas refrescantes y en el pan industrial».
Y confirmas que lo escrito cuando supera los años es porque refleja una actualidad criticable y denunciable.
Así que hoy toca brindar con sorbitos de Singapur Sling por una muerte (y a lo mejor, no tanta, porque quizás esté revolucionando el infierno) y por un renacimiento, el de Pepe Carvalho.
Por cierto, esta novela, fue llevada al cine por otro inolvidable que se fue este año, Bigas Luna. Aquí puedes verla.
Cuando paseo por el Raval de Barcelona a veces creo ver la sombra de Pepe Carvalho girando en cualquiera de sus calles y corro para alcanzarlo pero se pierde entre las callejuelas del Barrio chino.
Al final después de una carrera inútil y con el firme propósito de homenajear al autor y al personaje mis pasos me conducen hacia ese triángulo gastronómico coctelero que es toda una referencia en BCN : mercado de la Boqueria, Casa Leopoldo y para teminar un cóctel en Boadas.
Su espíritu y sus novelas siguen vivas.
Olé!
Con lo que ha cambiado el Raval ¡para bien! Vázquez Montalbán tendría que añadir más sitios en las paradas gastronómicas de Carvalho. Algunos se están convirtiendo ya en clásicos como la panadería ecológica «Barcelona-Reikiavik», los bares de la Calle Joaquín Costa, «Suculent» por su decoración taurina y unas raciones clásicas actualizadas de ovación en pie como el rabo de toro, o las impagables vistas de «360º» en el último piso del Hotel Barceló Raval…y la lista es más larga… ¡hay que vivir el Raval!